Dejaré que la vida me sostenga.

Esta será una entrada breve, o eso pienso y quiero. ¡Buenas noches para este lado del mundo, buenos días para los que les corresponda!

Tengo de fondo una música especialmente meditativa (podéis encontrar, sin duda, muchas en youtube) que he escogido especialmente para escribir. No la conozco, por lo que, cada sonido que aparece, se presenta como un disfrute.

A veces, casi siempre, mejor dicho, me descubro con las manos llenas de tareas, de planes, de urgencias que devoran los días sin piedad. Las agendas (tengo ahora mismo tres encima de la mesa) se convierten en un campo de batalla donde todo tiene su momento, su razón, su peso. Y, sin embargo, hay un vacío que se instala en el alma, un susurro de cansancio que me recuerda que la vida no es solo hacer, sino también ser.

El Wei Wu Wei, el arte de la no acción, es un concepto que no terminamos de entender en nuestra cultura. Creemos que no hacer es perder el tiempo, que detenerse es renunciar. Pero no. Hay un hacer en el no hacer, un fluir sin resistencia que permite que todo encuentre su cauce sin forzar. No es pasividad ni abandono, es confiar en que la vida sigue su curso sin necesidad de controlarlo todo.

No es fácil. Cada día siento el impulso de llenar los silencios, de justificarme con lo que hago. Pero cuando me permito tener las manos vacías, cuando me detengo a contemplar sin prisa, descubro que en esa pausa hay más vida que en el correr frenético. Es en el no hacer donde el cuerpo sana, donde el alma respira.

A veces, la clave está en la paciencia. En esperar sin ansiedad, sin la necesidad de apresurar el tiempo o trazar los resultados. Como cuando buscas una respuesta y no llega hasta que dejas de insistir. Como cuando una herida se cura sola, sin que estemos encima revisándola a cada instante. Hay una sabiduría en esperar, en confiar en que todo se ordena a su ritmo, sin necesidad de empujarlo todo el tiempo.

Mientras escribo esto, veo a dos de mis gatas, Roma y Koshka, tumbadas encima del radiador, buscando el calor en su abdomen. Una de ellas deja caer su pata, completamente entregada al descanso. No tienen prisa, no están preocupadas por el siguiente momento, simplemente son. Y en su quietud, en su abandono a la calidez, me recuerdan lo que intento aprender.

Lo difícil es aplicarlo cuando todo alrededor exige reacción, intervención, respuesta. Pero sí podemos regaláarnoslo a nosotras mismas; a estar, a respirar, a sentir sin actuar compulsivamente. A escuchar el latido de la vida sin intentar controlarlo.

Hoy intento practicarlo. Mañana veremos.


Comentarios

2 respuestas a “Wei Wu Wei: El Arte de No Hacer”

  1. Gracias por tus palabras. Se convirtieron en un respiro, en una pausa, precisamente hoy, un día que ha sido especialmente ocupado y caótico.

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    1. Gracias ti por reservar un ratito para escribirme. Hoy empieza otro día distinto donde, por lo menos en algún momento, apliquemos el arte de no hacer. Un abrazo.

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