Y hoy dedico esta entrada a mis hermanos

Acabo de ver una fotografía que nos ha enviado mi hermano a la familia (tenemos un grupo de whatsApp) para que reconociéramos a las personas, amigos, que allí estaban. La verdad es que solo identifiqué a mi propio hermano, que aparecía en primer plano, por cierto, muy guapo, hasta que nos dijo que un chico que se situaba atrás de todo era Elmo. ¡Cuánto tiempo ha pasado y cómo nos trata el envejecimiento! Uno/a se da cuenta de que el espejo ya no refleja al/ a la joven que se veía antes, sino a alguien con más historias que contar y un par, o muchas, arrugas que lo demuestran. ¡Al menos ahora sabemos que la experiencia sí deja huella!

Todos envejeceremos, si tenemos esa suerte, porque lo considero una suerte. Eso está claro y es evidente. Y nos cuesta mucho admitirlo, por lo que, cuando te encuentras con que «hoy», 26 de noviembre, celebras tu cumpleaños, como es el caso de mi hermana, que cumple hoy 47 años, ya tienes la diatriba de que no te gusta mucho eso de crecer. Mi querida hermana me ha dicho una frase que no conocía, pero que debe estilarse en la capital, algo así como que ahora ya empezaba a darle la vuelta al jamón. Algunas ya le dimos la vuelta al jamón hace años.

Felicito entonces a mi hermana, por el hecho de haber llegado adonde está, y retomo la petición de mi hermano para el blog sobre la calma y la tranquilidad, pero lo voy a relacionar, con su permiso, con la experiencia que se produce, en el mejor de los casos, al envejecer. Mi hermano me pidió hace unos tres días lo siguiente: «lo único que deseo es que estemos en calma y tengamos tranquilidad.» Yo lo deseo también. No hay nada que desee más. Las personas que viven en ambientes en donde se intercambian gritos y se producen continuas guerras, no tiene por qué ser maltrato ni violencia explícita, debe resultar insoportable de aguantar. e

En i casa, seguramente estaría estresada todo el día. De hecho experimenté esas situaciones que imagino hasta que alcancé un estado más o menos de calma todavía a los 43 años. Desde los 22 hasta esa edad mi vida fue un continuo aprendizaje. Así lo veo ahora.

Hace un mes ya, le compré a mi compañero dos libros de Carl Honoré en La Casa del Libro: Elogio de la lentitud, RBA, 2005 y Elogio de la experiencia, RBA, 2018. Si veis algún video de su escritor, aparte de resultar muy ameno, Honoré practica y nos solicita que todos pongamos en funcionamiento el movimiento Slow: «En un mundo adicto a la velocidad, la lentitud es un superpoder»

Serenidad y paz

La necesidad de calma y tranquilidad en nuestras vidas es más urgente que nunca en un mundo que avanza a gran velocidad. La constante estimulación y las presiones diarias pueden llevarnos a un estado de agitación que afecta tanto a nuestra salud mental como a nuestra capacidad para reflexionar. La calma, por el contrario, nos ofrece el espacio necesario para procesar nuestras emociones, sumirnos en la introspección o tomar decisiones más conscientes. El ejercicio de momentos de tranquilidad, como la meditación, el mindfulness o incluso dar un paseo sin prisas, se ha demostrado que tiene efectos positivos sobre el bienestar emocional y físico.

En relación con el envejecimiento, este proceso nos ofrece una perspectiva más serena de la vida. Con los años, acumulamos experiencias que nos enseñan a valorar lo que realmente importa y a dejar ir lo que no nos beneficia. La experiencia adquirida con el tiempo nos brinda una mayor comprensión de nuestros propios límites, fortalezas y debilidades. Así, aunque el envejecimiento puede traer consigo ciertos desafíos, también nos proporciona una sabiduría que nos permite vivir de manera más plena y con una paz interna que difícilmente se obtiene a una edad temprana.

La calma y la tranquilidad en nuestras vidas se están convirtiendo en un lujo necesario en medio del ritmo acelerado del mundo moderno. Nos vemos constantemente coaccionadas por las expectativas sociales, laborales y personales, pero es fundamental recordar que la serenidad no solo favorece la salud mental, sino también la toma de decisiones más conscientes y equilibradas. Espacios de quietud, como disfrutar del silencio, nos dejan reconectar con nosotras mismas y recuperar ese bienestar tan necesario para el día a día.

Elogio de la experiencia

En Elogio de la experiencia, Carl Honoré subraya la importancia del paso del tiempo, no solo como un proceso inevitable, sino como una oportunidad para profundizar en la sabiduría. La prisa y la velocidad son contrarias a la reflexión que el tiempo, con su serenidad, concede. A medida que envejecemos, adquirimos la capacidad de procesar los eventos con una perspectiva más enriquecida, lo que nos deja comprender de manera más profunda nuestras propias experiencias y las de los demás.

He aquí lo que aparece escrito en la contraportada del libro:

«El culto a la juventud es una de las obsesiones más recurrentes de nuestra sociedad. La lucha contra el envejecimiento se traduce en una industria que mueve cada año millones de euros (estamos a las puertas del Black Friday. Esto lo digo yo) Se da la paradoja de que hoy en día, cuando alcanzamos cotas de longevidad antes impensables y con una alta calidad de vida, hacerse mayor, antaño sinónimo de respetabilidad y experiencia, ha adquirido valores peyorativos

La experiencia no solo se mide por los años, sino por la calidad con que vivimos esos años. A través de la calma, podemos aprender a ser más pacientes, no solo con el mundo que nos rodea, sino también con nosotras. En la sociedad actual, a menudo obsesionada con el rendimiento y la rapidez, Carl Honoré nos habla sobre la importancia de desacelerar y abrazar la calma, que se convierte en una forma de sabiduría acumulada.

El resultado de esta tranquilidad es un enriquecimiento personal que trasciende las preocupaciones superficiales. Nos permite vivir el presente con una mayor apreciación, dándonos los espacios para reflexionar, aprender de nuestros errores y redescubrir lo esencial. La paz interior, entonces, se convierte en el antídoto contra la prisa, una herramienta invaluable para encontrar un propósito más profundo en las pequeñas cosas cotidianas. La experiencia, lejos de ser un lastre, es una fuente constante de crecimiento.

O sea que ¡hermana!, envejece muchos años más, y ¡hermano!, gracias por ofrecerme este tema y esa foto que pondré como imagen de cabecera. Un beso a los dos.


Comentarios

Una respuesta a “Elogio de la experiencia: vivir con serenidad”

  1. Nadie comenta. Lo hago Yo. Dejadme alguna reseña

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