¡Buenos días, mundo! Hoy me he levantado temprano. A las seis y media de la mañana. También tengo que decir que seguramente hay personas que hacen sonar el despertador mucho antes. Otras ni siquiera necesitan de este aparato para ponerse en pie porque cuentan con una especie de reloj interno.
Ahora hace un poco de frío y, mientras escribo, siento la mano derecha un más destemplada de lo normal. En mi sala están durmiendo tres perros: Lor, mi setter inglés de manchas doradas, de nueve años, adoptado en muy malas condiciones en Euskadi, Frida, una mestiza labradora de trece años, muy negra y pelillos blancos en la barbilla, y, por último, la locuela de Akira, una beagle pequeñita de tamaño, de cuatro años, a la que le gusta muchísimo meterse debajo de las mantas, edredones o lo que le coincida.
El cuidado de animales es una tarea bien difícil. Akira sufre un problema intestinal desde hace varios días y la pobre se levanta muchas veces por la noche para «hacer sus necesidades.» Como persona responsable que me considero, me despierto para limpiar una y otra vez y vigilar que la perra esté bien (me dirían seguramente lo de «sarna con gusto no pica») Hoy la llevaré al veterinario o veterinaria. Solo Lor es mi perro, las otras dos chicas están de paso en mi casa porque, para que mi hijo con discapacidad aprenda un oficio y consiga una oportunidad laboral, cuidamos perros a través de Patas Bien Cuidadas y debo decir que estoy muy orgullosa de él y a mí me proporciona una paz como hace tiempo que no tenía.
Siempre he convivido con perros y confieso que «padezco» una debilidad un poco extraña por la adopción. He llegado a compartir techo con ocho perros al mismo tiempo: Fusky, Nela, Curro, Lúa, Naná, Rulo, Nata y Lor. Esto no evita igualmente el cuidado de gatos. Ahora mismo tengo seis: Gros, Roma, Auga, Koshka, Zoe, Tao porque se han muerto dos Kuhn y Sifu, si no habría ocho. Con lo que incumplo la ley de bienestar animal, lo sé, pero es que todos ellos ya son adoptados con anterioridad, por lo que estamos en una etapa senil.

Lor y Lúa
Ayer hablaba con Álex, amigo y dueño de la empresa Buda.dog, que siempre nos ha ayudado mucho, sobre una pareja que desgraciadamente se había divorciado, tenían un pincher en común y ahora no sabían qué hacer con el perro. Finalmente han decidido darlo a alguna familia que acepte acogerlo. Salía el tema de cómo un perro es como un hijo (muchos y muchas echaréis las manos a la cabeza), y, de igual modo que no te deshaces de un hijo/a cuando te separas, o sí, tampoco deberías hacerlo con un animal.
Los animales implican muchos gastos y cuidados: noches en vela, paseos varias veces al día, recogida de elementos que no te gustaría ver, si pudieras, darles su alimentación y su medicación porque dependen de nosotros. Habéis leído que no me gusta arrancar plantas, pero sí quiero cuidar de animales desvalidos y desprotegidos, dañados por la inconsciencia y maldad, por qué no decirlo, de nuestros congéneres. Expongo que estoy en contra de los animales en cautiverio, zoológicos, salvo que sean entidades para el cuidado y protección de los mismos.
Siempre promoveré la adopción y no la compra de mascotas (aunque he de reconocer que me regalaron dos perros maravillosos que me acompañaron durante diecisiete años)
Sé que a muchas personas no les gustan los animales, porque ensucian, llenan todo de pelos, desprenden olores y, sosbre todo, atan mucho. Atan para los viajes, para las distracciones y el ocio tan buscado. Cada uno/a es libre, por supuesto, de tomar la decisión que más le convenga. No juzgo a nadie por no tener un animal, pero sí por abandonarlo o maltratarlo.
Ya os había dicho en otra entrada que soy una persona «inhabitual», vamos a decirlo de ese modo. Pues ¡bienvenidos/as a otros seres inhabituales a este planeta.
¡Que tengáis un día estupendo, adoptad con sentido y cuidad del medio ambiente!
M.T.V.P. (Hoy firmo. ¡Sorpresa!)


Replica a Georgio Cancelar la respuesta