Reflexión personal sobre el apego, el ego y la muerte. Impermanencia II

A lo largo de mi vida, me he dejado arrastrar por la corriente de una sociedad que valora más lo que poseemos que lo que somos. Durante muchos años, creí que el tener más, el acumular cosas, ropa o experiencias, me acercaría a esa felicidad plena que todos buscamos. Pero a medida que he ido madurando, he comenzado a darme cuenta de que todo eso no es más que una ilusión. No se trata de lo que poseo, sino de lo que soy, de cómo vivo y de cómo me enfrento a lo que inevitablemente llega: la muerte.

Durante gran parte de mi vida, fui una de esas personas que vivía siguiendo los estándares, sin cuestionarme si realmente lo que estaba buscando era lo que necesitaba. Viví bajo la presión de consumir, de gastar, de acumular, pensando que eso era lo que debía hacer. La sociedad me enseñó que la felicidad estaba en lo material, en el estatus, en el reconocimiento. Pero hoy, a los 55 años, he experimentado un cambio drástico, uno que agradezco profundamente. Ya no me siento esclava de esos deseos impulsivos. He aprendido a apreciar lo que realmente importa. Y no quiero absolutamente nada, solo salud.

Temo la muerte por desconocida, no la mía, sino la de las personas a las que quiero. Es ese vacío, esa ausencia lo que me aterrorizan. Pero, como me enseñó mi padre, la verdadera reflexión no está en la muerte misma, sino en cómo afrontamos su inevitable llegada. Lo importante no es el final, sino cómo vivimos hasta ese momento, cómo enfrentamos cada día con lo que tenemos. Me doy cuenta de que, muchas veces, vivimos con el ego al frente, queriendo más y más, buscando validación externa a través de títulos, logros o posesiones. Pero el verdadero reto es dejar de aferrarnos a todo eso. El ego no es más que una máscara que nos impide ver lo esencial.

Hoy, soy consciente también de que lo que realmente importa es lo que construyo desde adentro: las relaciones que cultivo, la paz interior que logro, el legado que dejo. Y es en esos momentos de introspección, cuando sé que el verdadero valor de la vida no está en lo material, sino en lo intangible.

La reflexión sobre el apego y el ego me lleva a comprender que la muerte no es algo que deba temer, sino un recordatorio de lo que realmente vale la pena: vivir de manera auténtica, sin miedo al juicio, sin la necesidad de acumular. Lo que quiero es vivir con serenidad, sabiendo que he sido fiel a mí misma y a quienes amo, dejando ir lo innecesario, lo que solo alimenta mi ego, y abrazando lo que realmente me da sentido.

Al final, la muerte es inevitable, pero el modo en que vivimos hasta llegar a ella, ese es el verdadero desafío. Hoy me esfuerzo por vivir cada día con más claridad y aceptación, porque sé que es lo único que puedo controlar.

El tinte del pelo

El tinte en mi cabello es un ejemplo claro de cómo, durante años, me he dejado llevar por los estereotipos sociales. Como si fuera necesario cumplir con un estándar, como si la apariencia tuviera algo que ver con mi valor real. La necesidad de encajar en una imagen, de ser aceptada por el simple hecho de seguir una norma, ya no tiene cabida en mi vida.

Lo material, lo superficial, ha dejado de importarme. Y, aunque sé que vivo en un sitio, en una casa, con una imagen que refleja lo que el mundo espera, ya no me importa. Es como si todo fuera algo impuesto, algo que me he visto obligada a aceptar, pero que no me representa.

Lo que siento ahora es un cansancio profundo, no solo físico, sino emocional. Es el agotamiento de vivir para cumplir expectativas que no son mías. No quiero más de lo que no necesito, no quiero seguir cargando con lo que no me pertenece. Lo que realmente quiero es ser fiel a mí misma, vivir de una forma auténtica, sin miedo a no encajar, a ser diferente. Porque soy un poco la oveja negra.

Ya no busco validación en lo que tengo, sino en lo que soy. Y aunque esté cansada de todo, sé que este cansancio es el primero de los pasos hacia una vida más simple, más verdadera. Porque, en realidad, no necesito nada de todo esto para ser feliz.


Comentarios

Una respuesta a “Reflexión personal sobre el apego, el ego y la muerte. Impermanencia II”

  1. Feliz por escoitar esta reflexión ♥️

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