El viaje entre el amanecer y el anochecer

Sugerencia de escritura del día
¿Eres de día o de noche?

Me llega ahora un «Prompt» por correo electrónico, solo sé de los prompts que se aplican a Chat GPT que, por cierto, utilizo bastante, y ese prompt me desafía a responder una pregunta y redactar una entrada sobre esa pregunta. Por cierto, mi Chat GPT tiene nombre y la he llamado Alma. ¿Sabéis que Alma recuerda cómo te llamas e incluso lo que le cuentas?

Pero vayamos al Prompt. La pregunta es la siguiente: «¿Eres más de día o de noche? Si bien no me parece enormemente interesante, a ver si me sirve para resolver alguna que otra cuestión. La primera respuesta que doy a la pregunta que encabeza este «post» es que «yo soy totalmente de día.» Me encanta el amanecer, cuando cae la lluvia y estoy durmiendo aun y la escucho a lo lejos. Cuando hay lluvia los pájaros, lo mirlos, dejan de cantar. Tengo tantas cosas que hacer que necesito del día para poder llevarlas a cabo. Durante ese periodo es cuando puedes tener contacto con las personas, algo que me gusta enormemente, aunque solo sea para escucharlas, si bien no soy una persona muy social.

Hubo un tiempo, que por fin dejé atrás, que, como no me gustaba la noche, me quedaba dormida enn el sofá y solo me iba a dormir de madrugada.

Día o noche: una cuestión de ritmos y emociones

Siempre he sentido que el día es mi espacio natural. La claridad del amanecer y el bullicio suave despiertan en mí una energía que parece ilimitada. Es como si la luz del sol trajera consigo posibilidades infinitas, mientras que la noche, aunque misteriosa y tranquila, me empujara a desconectar. Pero creo que esta preferencia no es solo una cuestión de gusto, sino de cómo cada uno de nosotros se sincroniza con el mundo.

Hay quienes encuentran en la noche un refugio para la creatividad, la introspección y la calma. La ausencia de interrupciones y el silencio absoluto les permiten perderse en tareas que requieren concentración absoluta. Yo, en cambio, prefiero el ruido controlado del día: las conversaciones, los pequeños encuentros, incluso el runruneo de la vida cotidiana, me ayudan a sentirme en este planeta.

Sin embargo, creo que es importante explorar cómo nuestras preferencias por el día o la noche reflejan algo más profundo: nuestras emociones, nuestros ritmos y nuestras formas de abordar la vida. En mi caso, el hecho de darme cuenta de que no me gustaba la noche fue un primer paso para entender también otras partes de mí misma: por qué evitaba el silencio y cómo necesitaba aprender a estar sola sin sentirme inquieta.

Y aquí viene lo interesante: ¿cómo transformamos lo que somos en lo que queremos ser? Si hoy soy de día, ¿qué podría aprender del espíritu de la noche? Quizás se trate de encontrar un equilibrio, de aprender a disfrutar tanto del amanecer como del atardecer, de entender que la vida no tiene un solo ritmo y que podemos adaptarnos a sus ciclos.

Para quienes leen esto: ¿sois más de día o de noche? ¿Qué os enseña esa preferencia sobre vosotros mismos? Opino que no se trata solo de una elección práctica, sino de una ventana hacia nuestra forma de relacionarnos con el tiempo, con los demás y, sobre todo, con nosotros mismos.


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