Sugerencia de escritura del día
¿Cómo podrías poner algo más de orden en tu vida?

Esta pregunta me gusta para hoy y quiero contestarla. Creo que la respuesta es que simplemente no sabré ni podré.

Parte desanimada:

A veces, creo que esta pregunta no tiene una respuesta sencilla para mí. Mi vida se siente como una pluma al viento, tambaleándose de aquí para allá, golpeada por decisiones pasadas y circunstancias que no siempre puedo controlar.

No es resignación, pero sí un intento de aceptar lo que venga. Como en el taoísmo, trato de fluir con la corriente, porque a veces la idea de luchar contra la marea me resulta insoportable. Aceptar no es rendirse, pero sí reconocer que, en este momento, poco puedo hacer para cambiar muchas cosas.

Me gustaría saber cómo los demás afrontáis situaciones como estas. Quizá leer otras perspectivas me ayude a encontrar algún resquicio de luz o una estrategia que no he probado.

Lo cierto es que el desánimo pesa. Hay días en los que siento que todo está fuera de lugar, y en vez de encontrar una solución, lo único que me queda es observar cómo las piezas caen una y otra vez. Pero, ¿es esto realmente malo? Quizá, en el caos, haya algo que aprender.

Si algo me calma, es recordar que hasta la pluma más ligera encuentra un lugar donde posarse. Mientras tanto, aquí sigo: observando, tambaleándome, aceptando.

Parte más animada:

Primero, sería maravilloso que alguien me enviara un manual de instrucciones de «Cómo ordenar tu vida en cinco pasos simples». Pero claro, no vivo en un mundo tan ideal. Por ahora, mi vida se parece más a una montaña de ropa limpia que nunca termino de doblar. Está ahí, la veo todos los días, pero entre otras prioridades, solo atino a moverla de un lado a otro.

Así que, en lugar de deprimirme pensando en lo que no puedo cambiar, he decidido ponerle buena cara al mal tiempo. ¿Cómo? ¡Con soluciones absurdas que jamás se cumplirán, pero que me encantaría ver realizadas! Aquí van:

  1. Un clon de mí misma que se encargue de todas las tareas aburridas: pagar facturas, resolver papeleo, organizar horarios. Mientras tanto, yo podría dedicarme a dormir como un gato o, quién sabe, aprender a tejer bufandas imposibles. No sé me dan nada bien las manualidades. Creo que yaa lo he dicho varias veces.
  2. Un interruptor de pausa universal para detener el caos cada vez que necesito un respiro. Sería increíble pulsar un botón y disfrutar de un café caliente sin que nada ni nadie me perturbe en ese momento de paz.
  3. Una varita mágica para ordenar los pensamientos. Mis ideas están como un cajón lleno de cables: útiles, pero todos enredados. Si pudiera desenredarlas en un solo movimiento, ¡sería tan liberador!
  4. Un equipo de enaanitos organizadores. Se presentarían en mi casa con etiquetas, calendarios y cajas de almacenaje, listos para salvarme del caos. De paso, podrían darme una charla motivacional con música épica de fondo.

Y aunque sé que nada de esto va a pasar, escribirlo me hace reír, y eso ya es un pequeño triunfo. Porque, al final, aceptar no significa resignarse; significa encontrar pequeñas maneras de hacer más llevadero lo que nos toca vivir.

Quizá no tenga un interruptor de pausa o un clon (todavía), pero sí tengo algo muy valioso: la posibilidad de compartir este caos con vosotras. Así que aquí va mi propuesta: ayudadmee, por favor, en los comentarios. Contadme vuestras maneras de ordenar el desorden, ya sean prácticas o igual de absurdas que las mías. Prometo leerlas todas, porque aunque no podamos cambiarlo todo, siempre podemos aprender y reírnos juntas.

Primeramente, entonemos esta canción o dejémonos llevar por ella. ¿Sabéis que he leído que los moístas querían prohibir la música por ineficaz?


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